LE PEDÍ A DIOS
Le pedí a Dios que me quitara el dolor, Dios me dijo que no. No me corresponde a mí quitártelo, sino a ti renunciar a él.
Le pedí a Dios que mi hijo deficiente físico fuese perfecto. Dios me dijo que no, su espíritu es perfecto y su cuerpo es apenas provisorio.
Le pedí a Dios que me diera paciencia. Dios me dijo que no la paciencia deriva de las tribulaciones y no es dada sino conquistada.
Le pedí a Dios que me diera felicidad. Dios me dijo que no Yo te doy bendiciones, la felicidad depende de ti.
Le pedí a Dios que me protegiera del dolor. Dios me dijo que no, el sufrimiento te separa del mundo y te trae más cerca de mi.
Le pedí a Dios que hiciera crecer mí espíritu. Dios me dijo que no, Tienes que crecer sólo; más yo te podaré para que des fruto.
Le pedí a Dios todas las cosas para poder disfrutar de la vida, Dios me dijo que no, Yo te doy vida para que puedas disfrutar de todas las cosas. Le pedí a Dios que me ayudara a AMAR a otros, tanto como ÉL me ama. Dios me dijo...
¡ah! Finalmente comprendiste la idea.
Ama a tu prójimo como a ti mismo.
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EL ALACRÁN
Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando. Decidió sacarlo del agua, pero, cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.
El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó.
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:
"Perdone, ¡pero usted es terco!
¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?
El maestro respondió: La naturaleza del alacrán es picar, pero eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño: sólo toma precauciones.
Algunos persiguen la felicidad; otros la crean.
Tenlo presente siempre. Sencillo, ¿no crees? Cuando la vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones por las cuales sonreír
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ALGÚN DIA
Mi amigo abrió el cajón de la cómoda de su esposa y le levantó un paquete envuelto en papel de seda.
"Esto - dijo - no es un simple paquete, es lencería". Tiró el papel que lo envolvía y observó la exquisita seda y el encaje.
Ella compró esto, la primera vez que fuimos a Nueva York hace 8 ó 9 años. Nunca lo usó, lo estaba guardando para una ocasión especial.
Bueno, creo que esta es la ocasión. Se acercó a la cama y colocó la prenda junto con las demás ropas que iba a llevar a la funeraria.
Su esposa acababa de morir. Volviéndose hacia mí, dijo:
"No guardes nada para una ocasión especial, cada día que vives es una ocasión especial"
Todavía estoy pensando en esas palabras y han cambiado mi vida. Ahora estoy leyendo más y limpiando menos.
Me siento en la terraza y admiro la vista sin fijarme en las malas hierbas del jardín. Paso más tiempo con mi familia y amigos y menos tiempo en el trabajo.
He comprendido que la vida debe ser un patrón de experiencias para disfrutar, no para sobrevivir.
Ya no guardo nada. Uso mis copas de cristal todos los días. Me pongo mi vestido nuevo para ir al supermercado si así lo decido y me da la gana.
Ya no guardo mi mejor perfume para fiestas especiales, lo uso cada vez que me apetece hacerlo.
Las frases "algún día" y "uno de estos días" están desapareciendo de mi vocabulario.
Si vale la pena verlo, escucharlo o hacerlo, quiero verlo, escucharlo o hacerlo ahora.
No estoy seguro de lo que habría hecho la esposa de mi amigo si hubiera sabido que no estaría aquí para el mañana que todos tomamos tan a la ligera.
Creo que hubiera llamado a sus familiares y amigos cercanos, a lo mejor hubiera llamado a algunos antiguos amigos para disculparse hacer las paces por posibles enojos del pasado.
Me gusta pensar que hubiera ido a comer comida china: su favorita.
Son esas pequeñas cosas dejadas sin hacer las que me harían enojar si supiera que mis horas están limitadas.
Enojado porque deje de ver a buenos amigos con quienes me iba a poner en contacto algún día.
Enojado porque no escribí ciertas cartas que pensaba escribir uno de estos días.
Enojado y triste porque no le dije a mis hermanos y a mis hijos con suficiente frecuencia cuanto los amo.
Ahora trato de no retardar, detener o guardar nada que agregaría risa y alegría a nuestras vidas.
Y cada mañana me digo a mi mismo que este día es especial, cada día, cada hora, cada minuto es especial.
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BAMBÚ JAPONÉS
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas:
¡Crece, maldita seas! Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes.
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable.
En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de solo seis semanas... ¡la planta de bambú crece ¡mas de 30 metros!
¿Tardó solo seis semanas en crecer?. No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que se mantienen en forma perseverante y coherente, o sea no tercos e ilusos, y saben esperar el momento adecuado.
De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí nos esta sucediendo algo dentro: estamos creciendo, madurando.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.
Tiempo... Cómo nos cuestan las esperas. Qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos... Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi... nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué...
Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés... ¿Para qué?. Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.
Gobernar aquella toxina llamada impaciencia, la misma que nos envenena el alma. Si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá solo estés echando raíces!!!!!...
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EL BURRO Y EL POZO
Un día, el asno de una campesina se cayó en un pozo. El animal lloró conmovedoramente durante varias horas, mientras la campesina trataba de averiguar que hacer. Finalmente, decidió que el pollino ya estaba viejo, el pozo estaba seco y además necesitaba ser tapado, así que pensó que realmente no merecía la pena intentar sacar al burro.
La mujer invitó a todos sus vecinos para que acudieran a ayudarla. Todos cogieron una pala y empezaron a echar tierra en el pozo. El burro se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y comenzó a gimotear con más fuerza. Pasado un tiempo, para sorpresa de todos los presentes, el animal se calmó.
Después de unas cuantas paladas de tierra, la campesina finalmente, miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio...l Con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble.
Se sacudió la tierra y daba un paso hacía arriba. Mientras los vecinos seguían echando tierra encima del animal, él se la quietaba de encima y ascendía un paso más.
Pronto todo el mundo comprobó con sorpresa cómo e burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y se alejó trotando....
La vida va a echarte tierra, todo tipo de tierra...La clave para salir del pozo es sacudírsela y dar un paso hacía arriba.
Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacía arriba. Nosotros podemos salir de los más profundos huecos, si nunca nos damos por vencidos y queremos salir adelante. Sacudirse y dar un paso hacía arriba... Recuerda las seis reglas para ser feliz:
• Liberar el corazón de odio
• Descargar la mente de preocupaciones
• Vivir sencillamente
• Dar más
• Esperar menos
• Tener Esperanza Y a sacudirse.
Que en esta vida hay que ser solución, no problema
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LAS TRES PUERTAS
Un joven discípulo dijo a un sabio filósofo:
Maestro, un amigo tuyo estuvo hablando mal de ti.
Espera, le interrumpió el filósofo. ¿Ya hiciste pasar por las tres puertas lo que vas a contarme?
¿Qué tres puertas?
Sí, la primera es la verdad ¿Estas seguro que es totalmente cierto lo que vas a decirme?
No, lo oí comentar a unos vecinos.
Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda puerta, la bondad. Lo que quieres decirme ¿es bueno para alguien?
No, al contrario.
Y la ultima puerta es la necesidad ¿es necesario que yo sepa lo que quieres contarme?
No, no es necesario.
Entonces dijo el sabio sonriendo:
"Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, mejor será olvidarlopara siempre"
!QUE BUENO SERIA PENSAR SIEMPRE EN LAS TRES PUERTAS ANTES DE HABLAR!.
Le pedí a Dios que me quitara el dolor, Dios me dijo que no. No me corresponde a mí quitártelo, sino a ti renunciar a él.
Le pedí a Dios que mi hijo deficiente físico fuese perfecto. Dios me dijo que no, su espíritu es perfecto y su cuerpo es apenas provisorio.
Le pedí a Dios que me diera paciencia. Dios me dijo que no la paciencia deriva de las tribulaciones y no es dada sino conquistada.
Le pedí a Dios que me diera felicidad. Dios me dijo que no Yo te doy bendiciones, la felicidad depende de ti.
Le pedí a Dios que me protegiera del dolor. Dios me dijo que no, el sufrimiento te separa del mundo y te trae más cerca de mi.
Le pedí a Dios que hiciera crecer mí espíritu. Dios me dijo que no, Tienes que crecer sólo; más yo te podaré para que des fruto.
Le pedí a Dios todas las cosas para poder disfrutar de la vida, Dios me dijo que no, Yo te doy vida para que puedas disfrutar de todas las cosas. Le pedí a Dios que me ayudara a AMAR a otros, tanto como ÉL me ama. Dios me dijo...
¡ah! Finalmente comprendiste la idea.
Ama a tu prójimo como a ti mismo.
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EL ALACRÁN
Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando. Decidió sacarlo del agua, pero, cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.
El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó.
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:
"Perdone, ¡pero usted es terco!
¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?
El maestro respondió: La naturaleza del alacrán es picar, pero eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño: sólo toma precauciones.
Algunos persiguen la felicidad; otros la crean.
Tenlo presente siempre. Sencillo, ¿no crees? Cuando la vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones por las cuales sonreír
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ALGÚN DIA
Mi amigo abrió el cajón de la cómoda de su esposa y le levantó un paquete envuelto en papel de seda.
"Esto - dijo - no es un simple paquete, es lencería". Tiró el papel que lo envolvía y observó la exquisita seda y el encaje.
Ella compró esto, la primera vez que fuimos a Nueva York hace 8 ó 9 años. Nunca lo usó, lo estaba guardando para una ocasión especial.
Bueno, creo que esta es la ocasión. Se acercó a la cama y colocó la prenda junto con las demás ropas que iba a llevar a la funeraria.
Su esposa acababa de morir. Volviéndose hacia mí, dijo:
"No guardes nada para una ocasión especial, cada día que vives es una ocasión especial"
Todavía estoy pensando en esas palabras y han cambiado mi vida. Ahora estoy leyendo más y limpiando menos.
Me siento en la terraza y admiro la vista sin fijarme en las malas hierbas del jardín. Paso más tiempo con mi familia y amigos y menos tiempo en el trabajo.
He comprendido que la vida debe ser un patrón de experiencias para disfrutar, no para sobrevivir.
Ya no guardo nada. Uso mis copas de cristal todos los días. Me pongo mi vestido nuevo para ir al supermercado si así lo decido y me da la gana.
Ya no guardo mi mejor perfume para fiestas especiales, lo uso cada vez que me apetece hacerlo.
Las frases "algún día" y "uno de estos días" están desapareciendo de mi vocabulario.
Si vale la pena verlo, escucharlo o hacerlo, quiero verlo, escucharlo o hacerlo ahora.
No estoy seguro de lo que habría hecho la esposa de mi amigo si hubiera sabido que no estaría aquí para el mañana que todos tomamos tan a la ligera.
Creo que hubiera llamado a sus familiares y amigos cercanos, a lo mejor hubiera llamado a algunos antiguos amigos para disculparse hacer las paces por posibles enojos del pasado.
Me gusta pensar que hubiera ido a comer comida china: su favorita.
Son esas pequeñas cosas dejadas sin hacer las que me harían enojar si supiera que mis horas están limitadas.
Enojado porque deje de ver a buenos amigos con quienes me iba a poner en contacto algún día.
Enojado porque no escribí ciertas cartas que pensaba escribir uno de estos días.
Enojado y triste porque no le dije a mis hermanos y a mis hijos con suficiente frecuencia cuanto los amo.
Ahora trato de no retardar, detener o guardar nada que agregaría risa y alegría a nuestras vidas.
Y cada mañana me digo a mi mismo que este día es especial, cada día, cada hora, cada minuto es especial.
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BAMBÚ JAPONÉS
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas:
¡Crece, maldita seas! Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes.
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable.
En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de solo seis semanas... ¡la planta de bambú crece ¡mas de 30 metros!
¿Tardó solo seis semanas en crecer?. No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que se mantienen en forma perseverante y coherente, o sea no tercos e ilusos, y saben esperar el momento adecuado.
De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí nos esta sucediendo algo dentro: estamos creciendo, madurando.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.
Tiempo... Cómo nos cuestan las esperas. Qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos... Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi... nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué...
Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés... ¿Para qué?. Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.
Gobernar aquella toxina llamada impaciencia, la misma que nos envenena el alma. Si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá solo estés echando raíces!!!!!...
........................................................................................................................................
EL BURRO Y EL POZO
Un día, el asno de una campesina se cayó en un pozo. El animal lloró conmovedoramente durante varias horas, mientras la campesina trataba de averiguar que hacer. Finalmente, decidió que el pollino ya estaba viejo, el pozo estaba seco y además necesitaba ser tapado, así que pensó que realmente no merecía la pena intentar sacar al burro.
La mujer invitó a todos sus vecinos para que acudieran a ayudarla. Todos cogieron una pala y empezaron a echar tierra en el pozo. El burro se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y comenzó a gimotear con más fuerza. Pasado un tiempo, para sorpresa de todos los presentes, el animal se calmó.
Después de unas cuantas paladas de tierra, la campesina finalmente, miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio...l Con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble.
Se sacudió la tierra y daba un paso hacía arriba. Mientras los vecinos seguían echando tierra encima del animal, él se la quietaba de encima y ascendía un paso más.
Pronto todo el mundo comprobó con sorpresa cómo e burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y se alejó trotando....
La vida va a echarte tierra, todo tipo de tierra...La clave para salir del pozo es sacudírsela y dar un paso hacía arriba.
Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacía arriba. Nosotros podemos salir de los más profundos huecos, si nunca nos damos por vencidos y queremos salir adelante. Sacudirse y dar un paso hacía arriba... Recuerda las seis reglas para ser feliz:
• Liberar el corazón de odio
• Descargar la mente de preocupaciones
• Vivir sencillamente
• Dar más
• Esperar menos
• Tener Esperanza Y a sacudirse.
Que en esta vida hay que ser solución, no problema
........................................................................................................................................
LAS TRES PUERTAS
Un joven discípulo dijo a un sabio filósofo:
Maestro, un amigo tuyo estuvo hablando mal de ti.
Espera, le interrumpió el filósofo. ¿Ya hiciste pasar por las tres puertas lo que vas a contarme?
¿Qué tres puertas?
Sí, la primera es la verdad ¿Estas seguro que es totalmente cierto lo que vas a decirme?
No, lo oí comentar a unos vecinos.
Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda puerta, la bondad. Lo que quieres decirme ¿es bueno para alguien?
No, al contrario.
Y la ultima puerta es la necesidad ¿es necesario que yo sepa lo que quieres contarme?
No, no es necesario.
Entonces dijo el sabio sonriendo:
"Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, mejor será olvidarlopara siempre"
!QUE BUENO SERIA PENSAR SIEMPRE EN LAS TRES PUERTAS ANTES DE HABLAR!.
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